Elige tu propia aventura


Las posibilidades son múltiples; algunas elecciones son sencillas, otras sensatas, unas temerarias... y algunas peligrosas. Eres tú quien debe tomar las decisiones. Puedes leer este libro muchas veces y obtener resultados diferentes. Recuerda que tú decides la aventura, que tú eres la aventura. Si tomas una decisión imprudente, vuelve al principio y empieza de nuevo. No hay opciones acertadas o erróneas, sino muchas elecciones posibles.

Con la inocencia que saben tener los niños que aún siguen creyendo en San Nicolás y en los reyes magos y con esa mirada ingenua que derrocha alegría, el pequeño tomó el libro con sus diminutas manos con el mismo cuidado con el que una madre acostaría a su hijo.

Con ese esmero fue recorriendo las relucientes hojas del libro que acababa de regalarle su padre fruto de un trimestre sobresaliente en el colegio. Un mimo. Un reconocimiento a tanto esfuerzo.

...una forma de decirle a su hijo que , a pesar de no poder pasar mucho tiempo con él, igual lo quería.

Dentro del Ovni 54-40 era el título del ejemplar que le habían obsequiado. No era una lectura tradicional. Esta colección le permitía al lector ir transitando el texto sin respetar el orden y la numeración de la página. Un ejercicio que , para los niños, resultaba muy entretenido.

El mismo relato permitía ir tomando algunas decisiones que llevarían a desenlaces muy diversos.

El niño pasó horas recorriendo cada rincón del libro y construyendo fantasías.

No bajó a comer. Los gritos del padre fueron infructuosos.

Dieron las once y seguía inmerso en el relato. No le quedó una sola alternativa para terminar el cuento. Finales felices y de los otros. Los había leído todos. De las setenta y cinco alternativas para terminar la aventura no le había quedado ni una por conocer. Fue volviendo a recorrer caminos que ya había transitado. Pasajes ya descubiertos.

Le tomó un par de minutos darse cuenta que ya no había otra combinación posible. Que todas las elecciones lo llevarían a los mismos sitios una y otra vez.

Tomó treinta y siete hojas en blanco, un lápiz verde y, con toda su inocencia a cuestas, comenzó a escribir nuevos finales.

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