Amputados


 
...y entonces la daga se hundió en el pecho perforando, con angustiante facilidad, la piel para enterrarse en ese músculo llamado corazón.

Abro los ojos. Grandes. Perdidos.

Aún despierto me sigue acompañando esa impresión de la certera puñalada en el tórax. Doy dos vueltas más en la cama y me levanto.

Comienzo a preocuparme cuando, pasado el mediodía, el dolor persiste.   

Nunca fui una persona hipocondríaca pero la punzada se estaba robando gran parte de mi atención. Salí del trabajo y decidí pasar por la guardia de la clínica para descartar cualquier cosa.

Los treinta y cinco minutos de espera fueron suficientes para que mi cabeza construyera y reconstruyera apocalípticos desenlaces por mi estado de salud.

El doctor Croce extiende su mano y me invita a pasar a su aséptico consultorio.

Trato de describir lo más claramente posible mi dolencia. Mi relato le entra por un oído y le sale por el otro. Me mira extrañado casi como si yo fuera un imbécil que le está haciendo perder tiempo. Claro en "urgencias" atienden eso...urgencias. No caprichos.

Como en una ceremonia guionada, el doctor me invita a sacarme la camisa. Invitación que acepto.

Toma el estetoscopio de su bolsillo y comienza a recorrer con él mi pecho. Se detiene inmediatamente y le propina un leve golpeteo al diafragma de su instrumental. Vuelve a apoyarlo en mi, ahora inquieto, cuerpo.
Interrumpe una vez mas su examen para levantarse y buscar otro estetoscopio. 

Con una sonrisa nerviosa le dibujo mi mejor cara de desconcierto. Su cara, simplemente, me devuelve la misma incertidumbre. Busca descomprimir la situación haciendo un mal chiste. Toma el instrumental y, como probando un micrófono, dice "Uno, dos, siiiii, siiiiii".

No necesito decir nada. Retoma su trabajo y vuelve a auscultarme. De pronto la cuestión se había transformado en un concurso para ver quien estaba más pálido. Ganó el Doctor Croce. 

"Mire señor..." dice tomando la ficha para ver como carajos me llamaba. "Señor Ruiz. Vamos a hacer unas plaquitas para poder confirmar un diagnóstico".

Odio cuando usan el diminutivo para empequeñecer una angustia que ya ha salido de cauce.

Voy al sector de rayos. En un estado, a esta altura ,calamitoso entrego mecánicamente la orden al imbécil de turno. 

Veinticinco interminables minutos mas tarde escucho mi nombre. Arrastro a mi cuerpo hasta la sala. Me recuesto en la mesa de examen con el mismo entusiasmo que un condenado a muerte espera su inyección. 

"No respire" me gritan los operarios acobijados en sus impenetrables trajes de plomo mientras yo quedo desnudo e indefenso ante la radiación que envuelve mi cuerpo.

Regreso a la sala de espera. La cabeza sigue imaginando mil escenarios y pocos finales felices.    

"Ruuuuuuuuuuuuuiz". Me entregan las "plaquitas" con la pesadumbre de aquel que tiene que anunciar la muerte de un ser querido. Sin intercambiar palabra alguna vuelvo al consultorio del Doctor Croce.

El tipo está con gente así que para tratar de tranquilizarme hago un paneo de la flora y fauna de la sala de urgencias. Un niño con un parche en el ojo. Un viejo paseando con su suero. Una mujer vomitando. 

"Pase Ruiz" regurguita a su vez el doctor.

Toma la placa. Enciende la pantalla y la apoya para verla. Se rasca la cabeza. Mala señal. 

Me pide que tome asiento y con un tono absolutamente imperceptible me dice:

"Sr Ruiz. En los treinta años que llevo en la clínica he visto cosas extrañas en la guardia. Ninguna como esta. Usted...eh...como decir...no tiene corazón...básicamente eso...lo que no logro entender es como usted sigue vivo. No está. El músculo desapareció y en su lugar quedan algunas fibras...pero nada que me permita explicarle porqué milagro usted sigue entre nosotros."

"Ya veo" atino a responder sin terminar de entender si sigo dormido o drogado o muerto.

"¿Y porqué me duele doctor?" pregunto como no asumiendo que ya no tengo corazón.

"Se conoce como dolor de miembro fantasma o DMF" La sensación dolorosa originada en la porción amputada de una extremidad que ,en este caso, es un músculo. Su ausente corazón"

Pienso en el hombre de hojalata del Mago de Oz y, mientras un tornado destruye la casa de Dorothy y toto sale despedido por la ventana, me reinicio.

Todas las unidades forman filas y se se preparan para reprimir otra marcha de enardecidos humanos.

Los androides no sueñan con ovejas eléctricas. Sueñan con el Mago de Oz.

Comentarios

  1. They gave u a heart, they gave u a name
    http://grooveshark.com/s/They+Gave+You+A+Heart+They+Gave+You+A+Name/2TJE7j?src=5

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